Durante el último año (mayo de 2020 – mayo de 2021) todos hemos tenido que afrontar retos a causa de la pandemia del Covid-19. Nos hemos visto obligados a encerrarnos durante largos períodos de tiempo y a cumplir normas rigurosas para protegernos y cuidar a los demás. Algunos, incluso, han perdido sus puestos de trabajo y se han visto obligados a reinventarse.
Cuando salgo a la calle me sorprende ver el cambio que ha sufrido la ciudad. Muchos puestos de ventas ambulantes que antes habitaban en las aceras ya no existen; negocios, medianos y pequeños, han dejado de prestar servicios, y donde estaban ubicados, hoy apenas se ven los anuncios de «Se vende» o «Se arrienda» que sus dueños han colgado en las puertas esperando que alguien más llegue a llenar el vacío que los anteriores inquilinos han dejado; las más grandes compañías han visto como sus empleados pueden hacer los trabajos que antes desempeñaban en sus instalaciones en sus casas de habitación, sin que se sienta cambio alguno, y si acaso algún cambio se nota, termina siendo para mejor.
Es cierto que las crisis son duras, pero también lo es que son las crisis las que han hecho al mundo evolucionar. Desde la caída del imperio romano, pasando por la peste negra y la gripe española, hasta la gran depresión de 1929 y las guerras mundiales, los seres humanos no han tenido otra opción que volver a levantarse. Algunos lo hicieron primero, o con más empeño, o más unidos, y lograron llegar más lejos de lo que habían conseguido antes de la crisis. Pero al final, hasta los rezagados terminan volviendo a caminar, pues bajo algún techo habrá que cubrirse, algo habrá que comer.
Dicen que pocas cosas dan tanto miedo como enfrentar los cambios. Y las crisis siempre traen consigo revoluciones y desafíos que nos obligan a ver la vida de otra forma, con optimismo o pesimismo, enfrentando riesgos, en fin. Pero nunca la opción de permanecer caídos es la mejor. Hay que comer, conseguir o mantener el techo, vestirnos, dar buen ejemplo a los que vienen detrás de nosotros y nos necesitan. No queda pues otra alternativa que movernos.
Y es que algunas caídas nos dejan más aporreados que otras y nos llevan a permanecer tumbados en el piso más tiempo de lo debido, pero también lo es que mientras más dura es la caída más alto será el salto al levantarnos. ¿Qué otra cosa hay que hacer, sin importar lo que ocurra, que ponernos de pie de nuevo, siempre, mientras estemos vivos?
Inicia de nuevo, o estudia algo diferente a lo que ya sabes, algo que te brinde nuevas oportunidades; desafíate a ti mismo y lucha por las metas que te traces. Mi primer empleo no era lo que yo esperaba después de haberme quemado las pestañas durante más de cinco años en la universidad; pero acepté el reto de escribir un libro en lugar de sentarme a llorar porque no había conseguido un cargo ejecutivo, vestido de traje y corbata para sentarme detrás de un pomposo escritorio durante todo el día. Y ese libro se convirtió al final en tres: Principios de electricidad, Electrónica básica y Amplificadores operacionales y otros dispositivos especiales.
Aquel momento pasó y al transcurrir de los años he visto cumplidos todos los objetivos que tenía en aquel entonces. Ahora llevo casi treinta años trabajando para una compañía desempeñando lo que estudié, y no he dejado de escribir, lo que me ha llevado a publicar cerca de quince libros. Ahora sigo otros sueños, disfruto buscando alcanzar otros retos, y los libros que no deseché escribir alguna vez ahora son guías para muchas personas que buscan aprender un arte que les sirva hoy o mañana. Todo esto es al fin de cuentas motivación. La vida es levantarse todos los días a seguir alzando ese edificio que empezamos a construir desde que nacimos. Mientras más días pasemos en este mundo, más esperaría uno que se elevara la gran construcción. Un día moriremos, y qué bueno que al mirar en retrospectiva, antes de cerrar los ojos para siempre, podamos hacerlo levantando la cabeza para observar, arriba, muy arriba, la gran cúspide en la que hemos colgado nuestra bandera. Ánimo. Aprovecha cada oportunidad, no dejes nunca de esforzarte, no dejes nunca de estudiar, de ponerte retos, de trabajar, de construir tu enorme edificio.