Cuando inició el segundo semestre de estudios en la institución de educación no formal en la que impartía lecciones de electricidad y electrónica, todos los alumnos, excepto uno, continuaron con las actividades. También las chicas sobrevivieron a las bromas pesadas que les hacían los hombres. Los estudiantes (los jóvenes y no tan jóvenes, hombres y mujeres, entre las que sobresalían dos alumnas, una morena, alta y delgada, y una pelinegra, bajita y muy agraciada) habían aprendido los fundamentos para defenderse de la electricidad: sabían cuál era la «viva» y cuál la neutra, y le habían perdido el miedo (no el respeto) al flujo de electrones a lo largo de un cable o un alambre que se pegaban a una fuente de energía. Ese semestre aprendimos (bueno, les enseñé), cómo construir justamente una fuente de energía de corriente continua, variable el voltaje entre los 5 y los 20 voltios, la cual les serviría para alimentar sus restantes proyectos en el curso y luego en su vida profesional. De trabajo final, cada estudiante construyó un secuenciador de luces, de esos que se compran para adornar el árbol de Navidad, y espero que les haya servido para alumbrar el hogar durante el mes de diciembre de ese año.
Animado por los resultados, escribí el segundo libro de la serie de electricidad y electrónica de la que he hablado en otros post. Se titula Electrónica básica, y luego de muchas revisiones, de quitarle y ponerle contenido, siempre pensando en mejorarlo, ya va por la segunda edición. La misma se consigue, igual que Principios de electricidad, en la tienda Amazon, y en Xalambo Editorial estamos trabajando para que pronto se pueda comprar (la colección de tres libros: Principios de electricidad, Electrónica básica y Amplificadores operacionales y otros dispositivos especiales) en las tiendas de libros físicos de varios países iberoamericanos. Los tres textos han sido muy bien aceptados: completa teoría, variada cantidad de ejercicios resueltos y otro tanto de ejercicios propuestos, que el estudiante podrá aprovechar para apropiarse de una gran habilidad.
Recuerdo que cuando los alumnos del siguiente nivel recibieron la primera edición del libro lo festejaron de manera emocionada. No solo les ayudaría a evitar tomar muchas notas, pues harto de lo que necesitaban ya estaba en el libro, sino que les permitiría, gracias a la gran cantidad de ejercicios resueltos, a trabajar en su casa en retos que yo les dejaba como a muchachos de bachillerato. Lo que no se practica no se aprende, les decía. Y si bien la electricidad y la electrónica son ciencias que hacen pensar en lo práctico, también es cierto que hay mucha teoría que se puede y se debe trabajar, con el fin de conocer la base fundamental que hay detrás de cada uno de los fenómenos.
Recientemente, he sabido de algunos de esos alumnos de entonces. Todos están trabajando en temas relacionados con la electricidad y la electrónica en empresas de renombre y prestigio: el Metro, Empresas Públicas de Medellín, supe de un par que prestaban servicios en almacenes de grandes superficies. Me alegra cada vez que sé de esos resultados. Para que se dieran, para que se les dieran a ellos y a muchos más, es que me levantaba todos los días a trabajar, y para eso usé mucho tiempo para crear las obras que sé que tanto les sirvieron y que ahora, poniéndolos a disposición del público en general, espero les sirvan a muchos más. Electrónica básica, un libro que espero que perdure.